miércoles, 1 de agosto de 2007

Nota Revista VIVA (Parte 5)

Cuatro años para veintidós segundos
Los momentos cruciales en la vida de la gente no suelen transcurrir en 22 o 49 segundos – lo que lleva una carrera de 50 o 100 metros libres, respectivamente – . Un examen, una entrevista, un viaje de trabajo, una obra, un litigio, una operación, un descubrimiento, un plan de gobierno, una fuga, llevan un intenso período de preparación y otro tanto de ejecución. ¡Veintidós segundos! Una pileta de largo: chapuzón y el que primero toca del otro lado gana. Será por eso que uno no deja de preguntarse cómo es que hacen estos anfibios para correr su mejor carrera y por ahí voltear un récord justo el gran día. ¿Qué tipo de sangre hay que tener para comprimir lo mejor de cuatro años de trabajo en 22 segundos? O mejor dicho, ¿cómo se puede jugar una vida en un parpadeo? Para Pepe es cosa de todos los días: “En 50 metros ni ves quién toca primero, tenés que mirar el tablero para ver cómo salió. Venís pispeando y llegás a tocar justo. Si le pifiás, cagaste. La natación no es como el básquet o el fútbol, que te dan revancha todas las semanas. Uno se entrena meses para una carrera y después, si te va mal, tenés que esperar mucho más. Por eso todo está calculado para que llegues perfecto el día de la competencia”.

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